sábado, 13 de agosto de 2011

¿Segura que no te duele el corazón?


¿Segura que no te duele el corazón?- me preguntó Lety, la bruja chupirul
La bruja chupirul como la conocíamos en el barrio, era una niña de nuestra edad, con pelos enmarañados y rubios que era nuestra amiga y tenía por afinidad el mismo amor platónico que yo: Pablo Julián Pastrana Arredondo. ¿Qué le mirábamos a aquel pequeño niño de cabeza grande y ojos adormilados comos los de Paul Mc cartney? Qué voy a saber? Solo recuerdo que tenía nueve años y quedé rendidamente enamorada de él por los siglos de los siglos. Pero Pablo me ocasionaba cualquier clase de anomalías físicas que nadie otro jamás me ocasionó. El solo verlo me hacía olvidar que yo sabía hablar, me convertía en muda. El solo verlo sacaba de mi pecho el corazón y lo ponía a latir en las palmas de mis manos. Parpadeaba y le miraba en la oscuridad efímera de mis parpadeos, Lo soñaba, lo respiraba y sabía a ciencia cierta que me casaría con él. Nunca jamás le he sido a alguien tan fiel como el fui a él, será que era una sola niña y creía en eso del amor eterno para siempre juntos, aunque aclarando la situación y sabiendo que yo también le gustaba, él se dio el gusto de tener algunas novias, que no eran yo. AH, pero la que colmó el plato fue la juanis, esa morena con ojos verdes, llegada de los Mochis, Sinaloa. Esa niña si que me dio intranquilidad, sabía que era la única niña que podía hacer que pablo y yo no nos casáramos en el futuro, tal vez eran por sus ojos verdes pantano. Y me robó el sueño cuando se hizo novia de mi pablo, claro el pablo nada idiota, primero me mandó decir a mí que si quería ser su novia, y yo me asusté, si solo teníamos once años, como podíamos ser novios y todo lo que esa palabra conlleva, y como yo le mandé decir que aún no estábamos listos, él muy condenado, a la vuelta de un día se le declaró a la juanis y se hicieron novios. Mi primer llanto de amor fue por ese idiota que tenía otra novia. Pero no era lo único que yo tenía en ese momento, tenía a mi amiga lety la chupirul que también estaba enamorada de Pablo. Lety suspiraba secretamente por el Pablo, se le llevaban los ojos verde, color moco, de agua cada vez que lo nombraba. Pues la Lety armó un muñeco de tela, le puso cabellos largos y negros, una falda y una blusa, y como moño: mi nombre. Y cada vez que me enterraba el alfiler en el corazón, corría a preguntarme si me dolía el corazón. En aquel entonces yo tenía mi primer dolor de corazón enamorado y claro que me dolía, entonces como la lety era mi amiga y mi confidente yo le decía que si me dolía el corazón. El ella siguió llenando al muñeco de alfileres. Total que un día, dos de nuestras amigas, entraron en la habitación de la Lety y con horror miraron aquel muñeco que encontraron debajo de la almohada. Corrieron a avisarme que la Lety me tenía embrujada.
Ahora entendía que la tal Juanis debía ser causa de aquel maleficio que la Lety tenía sobre mí, pero la verdad es que a mí el corazón no me dolía más que de amor. Pablo Julián Pastrana Arredondo tuvo preso mi corazón por muchísimos años. No nos casamos, no por causa del hechizo, sino de las circunstancias de la vida. Sí llegamos a ser novios, y hasta llegamos a bailar en la boda de mis primos Sergio Y Sumiko, me piso muchas veces mientras bailábamos, pero sus pisotones me sabían a caricias. Yo seguía muda, y con el corazón latiéndome en las palmas de las manos. Maravillosos años de amor, ilusiones como las que vivieron aquellos chicos de la película Melody... ¿dónde estará Pablo? No lo sé, pero él está guardadito en un cofre dorado que palpita rojo en el centro de mi corazón. Es la única persona que no está y que sigue conservando su delineado rostro. Han pasado muchos años y el sigue como una fotografía en el parpadeo de mis ojos.