miércoles, 22 de septiembre de 2010

1586

¿quién soy? ¿qué llevo en la mano.? es un collar de cuero curtido, con un crucifijo de coral negro, entre mis dedos la cuerda se zarandea al ritmo de mi carrera.Mi falda larga y oscura de tela corriente se meten entre mis piernas , he decidido levanta un poco el vuelo de la tela , para que me permita acelerar el paso...en mi corazón un palpito me avisa que se marcha , que no le veré nunca más.

Mi cabello cae en gajos sobre mis hombros a medio desnudos. Tengo en mi blusa unos bordados de punto de cruz que semejan enredaderas, el cuello es redondo y amplio, típico de las campesinas ¿soy una campesina?

La calle empedrada por donde subo, está desierta y desolada. Escucho en mis oídos el golpetear de mi corazón que me urge a caminar mas deprisa.¡que se marcha! ¡que no le veré más!

El sentimiento se agudiza y se hace mas intenso, mi pecho solloza, las lágrima, seña de mi impotencia, bajan a raudales por mis mejillas y se empotran en la comisura de mi boca, dejando el mar de sal que brota con ellas.

¡corre!¡corre! me urge la cabeza que empieza a sentir dentro, playas enteras golpeadas por olas embravecidas.

he llegado...por fin encuentro ese puente. Pero ¿que puente es ése que veo? Estoy detenida en el atrio de una iglesia. Un templo se yergue imponente a mi espalda. Escucho el tronar de las campanas que llaman a guardarse en sus hogares. El puente de piedra me llama, pero lo que veo al otro lado, es una escena de Belloto.

Siempre me detengo a la orilla de ese puente, mi corazón me grita :-¡crúzalo, crúzalo!-. Pero yo no le obedezco, permanezco detenida ahi, mirando caravanas de personas que se mueve perdiéndose en el horizonte.

El corazón me exige: ¡crúzalo, por dios santo, cruzalo!

Y entonces lo decido.... tengo que atravesar, debo atravesar...A cada paso mi corazón se acelera y deja de latir en el pecho para latir en mis oídos..¡ton, ton ton! Lo escucho resonando en mis tímpanos. La respiración me cuesta más trabajo, me falta el aire...camino lentamente con el crucifijo de coral negro moviéndose desde la cinta de cuero curtido.

A mi espalda, la iglesia se irgue silenciosa e imponente. Las campanadas repican de nuevo...Todo se vuelve ocre, el viento, las carrozas, los vestidos de las mujeres, el horizonte, la iglesia, la soledad, el silencio.