miércoles, 22 de septiembre de 2010

cú, cuú cantaba la rana

Toda la noche había llovido,dentro y fuera de la casa. Mis abuelos se pusieron a mover muebles, sobre todo las camas, los colchones de borra se echaban a perder si se mojaban. en este movimiento, tratando de escapar de las goteras, las camas terminaban casi una arriba de otra en el centro de la humilde y pequeña casa
En el cielo completamente gris, se veían los relámpagos.Entonces, me cubría las orejas esperando el ruido del trueno. Los truenos eran terribles, tenían una fuerza que estremecían los cristales de las ventanas y cimbraban la casa.
- la tormenta están encima de la casa, isaías, cuida que los espejos estén cubiertos. Y tú, niña, Quítate de la ventana que puede ocurrir un accidente.
Y yo me retiraba. Después, cuando la tormenta amainaba y terminaba por pasar. El croar de las rana en el estanque que se forma enfrente de la casa, ahi, nada más cruzar la calle,llenaba el ambiente de místicos arrullos.
Muchas noches me quedé dormida bajo esos melodiosos y nostálgicos sonidos. Ese estanque ya no existe, ahora es una moderna avenida donde suceden toda clase de accidentes, el tren que pasaba silbando sigue pasando, es el carguero que va a la estación de descarga, ¿topolombampo? ¡no,topolobampo está en Sinaloa!
Ese estanque que se llenaba de ranas, de avioncitos, de pichicuates, de ..de.... de nosotros...¡si, de nosotros! Porque solo pasar la tempestad, salíamos muy de mañana, nada mas clarear, a mirar que tan grande era ya el estanque y tratamos de aprovecharlo antes que se desapareciera tragado por el túnel que pasaba por debajo de las vías del tren. Ese túnel lleno de secretos y de viciosos, que en aquel entonces no eran tantos como hoy.. -
- Hoy seré el capitán Garfio!- gritaba alguien que se había puesto en la cabeza un sombrero de fiesta de fieltro, de ala muy ancha, como para tapar la cara, y multicolores plumas que se movían con la brisa. en la espalda sostenida por las manos , llevaba la tina de su abuela, la que siempre usábamos de barco.
- Piratas, todos!!- gritábamos emocionados.
- Yo seré barba negra!
- Yo barba azul... y uno que no recuerdo su nombre
-¡ Yo seré campanita!
Todos los años era la misma historia. La tina terminaba en el fondo del estanque con nosotros sumergidos hasta las nalgas, y la abuela del chico enterada del atroz, nuevo  hurto de su tina. Corría detrás del muchacho despotricando enfurecida, al tiempo que intentaba golpearlo con la escoba
- ¡muchacho del demonio! vas a ver como te va a ir cuando logre alcanzarte!-
Pero la abuela era un pan y después de la rabieta venia la calma, nos hacía rescatar la tina desfondada, del fondo del estanque. Todos los años esa misma  tina terminaba con un fondo nuevo.
El croar en el estanque siempre me indicaba que la casa en donde dormía, la cama junto al resto de las camas en el centro de la habitación, no eran ni mi casa, ni  mi cama...¡ah, pero como adoraba esos días metida en la humilde casa de mis abuelos, donde brillaba de todo, hasta el amor.
Sobre el estanque se asentó la modernidad,  ahora solo quedan recuerdos que masticamos con el paso del tiempo. MI gente la que terminaba sumergida al mismo tiempo que la tina, seguimos teniendo los mismos recuerdos y pensando que a pesar de todo, nuestra infancia fue la mejor que pudimos haber tenido.