miércoles, 22 de septiembre de 2010

este olor a muerte




He tenido que detenerme a la entrada, el olor no es común, cargado y fétido, como añejo, olor de orines, olor de la manteca quemada, humedad y perfume barato, a encerrado, a cuerpos sin bañarse.
Que triste historia esconden esos aromas.
Tenía quince años cuando su padre la presento en sociedad, la más estirada sociedad de un pueblito, allá por el noroeste del estado. Todos estirados y perfumados a lavanda, la loción de moda. Mi abuela no olía a eso, a ella le hacía sus maquillajes con polvo de arroz y fresas secas. los perfumes eran gardenias que arrancaba del jardín, su madre era experta haciendo fragancias, de los azahares, de los naranjos, del limón. Un olor distinto para cada ocasión, un tinte para cada sonrisa.
Caían a lo largos de sus rizos castaños, las pañoletas que la abuela le tejía de crochet, y las mantitas bordadas a mano, finas y delicadas que su madre, sentada en la terrazas le confeccionaba. Que se puede decir de sus vestidos de faldas amplias y molestas crinolinas, sus zapatos de piel de ternera hecho a la medida y su medias de hilo fino compradas en la estación de la Junta , a donde llegan los cargueros que vienen de Topolobampo, todos cargados de productos de exportación y que aprovechando que el tren hace un alto, los furgoneros, a la sorda, asaltan el cargamento y lo venden .
Es lo que se llama robo hormiga, abren los vagones y bajan de poco en poco las cajas cargadas con productos orientales que embarcaron desde el puerto y que tienen como destino Cd chihuahua, si es que logran llegar. Porque los ladrones a cada asalto, y sin ser descubiertos se vuelven mas voraces, todo lo espulcan, sacan y lo venden, le llama mercado negro. Pues de ese mercado negro son las medias de mi abuela, de punto fino, de seda china y confeccionadas a mano.
Siempre luce medias compradas pero que son robadas, pero nadie se da por enterado , porque por lo general todas las damas hacen uso del mercado negro. Son finas y distinguidas aunque luzcan de robado.
El padre de mi abuela, don Elías es un personaje singular, dueño de la tienda de abarrotes más grande e importante de la región, la atiende personalmente, no deja en manos de nadie su ganancia, solo confía en José un empleado que está con él desde recién nacido, lo conoce mejor de lo que se conoce así mismo.
Le organizo una fiesta en el centro del pueblo, en la plaza, la que esta frente a la iglesia
- están todos invitados, los ricos y los pobres. Pero que los arrieros no se acerquen mucho porque cuenta por ahí, que son los que arman las revueltas y crean las revoluciones, que lleguen , que vean, incluso que beban, pa' no enojarlos.
Pero la fiesta es extraña. Los de la alcurnia pegados a la iglesia, tomando los mejores vinos importados, que no les saben a nada pero les recuerda a todos. Que extraña es la fiesta. Nadie se imagina que mi abuela se irá con el vendedor de golosinas, un tipo mal vestido, de olor a licor, que tiene los ojos inyectados de sangre, que balbucea cuando se enfada, y sufre de ansiedades continuamente.Un día, llegó en una ford roja, un pobre diablo venido a menos que a base de no poder lograr mas, se fijo en la hija del cacique, dueño de la tienda y dos ranchos más y pensó: de aquí soy yo.
Y al día siguiente de la fiesta, se la robó, salió con ella rumbo a Cuauhtemoc, y cuando los parientes se dieron por enterados el asunto ya estaba concluido, mi abuela ya tenía dueño. Y su padre había perdido una hija, no quiso saber más de ella, lo había deshonrado. Trágica historia comenzó con ese hurto, el marido al saberse desposeído,porque en vida la abuela había sido repudiada y desheredada, montó en cólera, y para callar su frustración arremetía a cintarazos contra ella. Y mi abuela que jamás no había golpeada ni con el pétalo de una rosa, no entendía en qué se había equivocado, si ese hombre que la golpeaba la había enamorado y ella le amaba. Pero no sabía del amor a golpes. Agraciadamente el hombre sufría de tanta ansiedad, a cada golpe que le daba era más y grande su enojo, que un día en un golpe cayó fulminado, se le murió el corazón, pero primero le hizo 4 hijos...trágica historia la de mi abuela.
Y ese olor fétido era el claro llamado del pasado que llegaba hasta la cama donde ahora duerme anciana mi abuela.
Huele a muerte, a geranios secos y a regaderas oxidadas porque hace mucho que ya no riegan las plantas del jardín, ya no puede levantarse, casi invalidad, echada en la cama a dejarse morir desde hace 20 años.
El olor me hace fruncir la nariz, es como aquel olor en la casa de mi tía Cuca, a galletas rancias que nos daba a comer y que por no desairarla nos comíamos, después vomitábamos. 
Que historias de rancho ...de mis abuelas todas son las histo