Escuchar la novena de Beethoven, como le decimos en casa, es retomar viejos caminos, sentados a medias y en grupos, en la mesa, allá cuando éramos niños. En la humilde casa de mis abuelos paternos. No éramos tantos, pero parecía un ejército completo de desarrapados y hambrientos chicos. Muchos mas chicos que chicas, todos educados bajo la mirada astuta y firme de mi abuela. Tal vez era un matriarcado, pero no nos dábamos por enterado, solo sabíamos que nos gustaba esa casa donde estaban mis abuelos, que ahí se cocinaban los más exquisitos frijoles y las más suavecitas tortillas de harina.Mi abuela era un mundo completo, no creo que nos mirara comos sus nietos, sino como parte de sus hijos, yo pertenecía al grupo de chicos que iban entre 10 y 8 años, otros tenían 14 años,los más grandecitos, y que preciosos eran ( dije: eran, ahora si suena muy bien eso que las malas lenguas dicen por ahí que "el cascarón se resquebraja con los años" jajaaa, que me lean, me matan ).
Mis primos.volvamos a mis primos. Por cierto mi prima Betty me dijo el otro día, que tenía que reclamarme, que solo hablara de los chicos,pero, es que yo era chica y solo veía ir y venir a mis primos, me parecían gallardos, guapos, además eran mayores, como príncipes de algún cuento. No necesito cerrar los ojos para mirarlos, vestidos de fútbot. Todos los domingos se iban de fútbol, por los campos de tierra, se iban con los "cascos" su grupo de amigos. No recuerdo si jugaban con el nombre de la paz, la funeraria que estaba enfrente de mi casa.¡ ah no! no voy a hablar de funerarias que para muertos, bastantes historia increíbles tengo que contar. La funeraria toda blanca que estaba enfrente de mi casa, era un lugar de muertos. y qué muertos. Un día, mi tía Locha, me dice:- ve con el señor Díaz y pídele que me preste su hacha(sin albur, que el señor era hombre de muy dotado y de elegantes cualidades. Formal, serio, respetuoso, todo un ejemplo de lo que debe ser un hombre dedicada a vestir de vivos a los muertos).
El señor Díaz, dueño de aquel lugar , me mandó al sótano a buscar a su ayudante para que me diera el hacha( recalco, sin albur), y qué pasa, qué de malo ha de tener ir a un sótano, pues nada de malo tiene. Solo que ahí, sobre una plancha fría estaba el primer hombre desnudo con el que yo me iba a topar en vida (últimamente me topo con muchos a los que nadie les ha avisado que han muerto). Pareciera que lo miro ahi, con un abdomen enorme, como bóveda, pálido ( fíjense que solo hablo del abdomen, cuestiones de timidez no me permiten referirme a otra cosa que no sea su abultado abdomen), ¡no! la verdad es que eso y sus pies muy limpios y sin color, fue lo único que alcance a ver ( tenía diez años que podía saber del cuerpo humano, solo lo que un día Felipe dijo al abrir la nevara " -: ¡madre, en la nevara hay un cadáver!" Era un pollo).
El ayudante del señor Díaz, saltó desde el otro lado de la plancha, donde parecía hacia algún tipo de tratamiento de belleza.
Dicen, no sé si sea cierto, que cuando uno muere, todo se encoje, pues entonces, este hombre no estaría completamente muerto porque no tenia encogido el vientre
Menuda sorpresa fue ésa de ver desnudo al muerto, con ese enorme vientre al aire. El joven me dio el hacha y salí rumbo a mi casa, cruzando la calle Aldama, pesaba la condenada hacha como 20 kilos y resultó que no era una hacha lo que quería sino un serrucho-
Y se iban los primos de fútbol todos los domingos, se les agregaba el jaime que ni era tan joven para juntarse con nosotros y no era tan mayor para juntarse con los primos grandes, ahora entiendo, porque era tan traviezo, no creo que ningún otro primo, se haya llevado tantos escobazos como jaime..
-¡condenado muchacho, deja nada mas que te alcance!- le gritaba mi abuela mientras lo amenazaba mostrándole el puño cerrado, simulando los golpes que le daría,) no está por demás decir que nunca lo alcanzó por eso eran los escobazos. Y jaime a la distancia se detenía y se burlaba de mi abuela.
Estampa de todos los días.
Todo eso y más , recordé ahora que escuchaba la novena