miércoles, 22 de septiembre de 2010

Los diminutivos

los diminutivos

de Rocio Avitia, el El Lunes, 11 de enero de 2010 a las 17:37
Los diminutivos de mi lenguaje son culpa de mi abuela Tencha. No sé que certero puede ser haber crecido en una familia llena de abuelas, la abuela de mi abuelo, la abuela de mi madre, la abuela de mi padre, la madre de mis padres que eran también mis abuelas. Yo no vivía dentro de un matriarcado, sino dentro de un abuelado. Por donde estaban mis abuelas, bisabuelas y tarabuelas no había otro mandado que el de las más fuerte. Por el lado de mi madre mi tatarabuela María, por el lado de mi padre el mandado de mi bisabuela Celia. Mujeres recias, con carabinas bajo el brazo, una muy poderosa, al menos eso creía ella, y la otra simplemente una mujer humilde, de las que había, hay y habrá siempre.
Todas las épocas crean distinto tipo de mujeres, éstas a las que yo me refiero tenían el mismo tipo, aunque diferente estilo, debía ser así, porque la historia lo a meritaba, no les tocó vivir tiempo de paz, solo a lo último y aún, entre revoluciones:no tengo la menor duda que todo viene de allá por 1857 y todas las reformas que se planteaban ( por cierto se siguen planteando),entre hervideros de inconformidades, de pobreza, de poder, surgen noticia siempre belicosas, la matanza de madera, los levantamientos armados por todo lo largo y ancho de la nación. 
Todas mis abuelas vivían por donde mismo y hacia el mismo rumbo, unas de este lado del río, donde vivía la gente bien, y la otra, no sé donde vivía, pero seguramente de este lado del rio no..acá solo vivían los ricos o pseudorico, vaya usted a saber. Pero el destino los convido de un mismo encuentro, y de ese encuentro surgimos nosotros. Ya mas allá de medio siglo XX, vivos la luz y cambiamos los rituales de dos familias completamente distintas, aunque las necesidades y las fortalezas eran las mismas.
Bueno entre dos estilos pero similares tipos de mujeres, crecí yo.
Y los diminutivos provienen de la mujer mas dulce y mas delicada que yo he conocido. Mi abuela Tencha era el sinónimo de un día soleado que de pronto se nubla y en medio del calor extremo, empieza a caer como lluvia sobre el jardin de violetas y rosales. MI abuela era sinonimo de noche calida y luminosa, con un cierlo raso de estrellas titilando, sin otro rumbo mas que el de las luciérnagas y los grillos.
-vente mijita, vamos a regar los rosalitos del zaguán.
y yo camina detrás de ella, porque me encantaba verla frotar sobre las veredas con sus largas faldas negras.
Me contaba cuentos del ayer, todos inventados sobre la marcha, me hacia reir y llorar. Me narraba la vida de los animalitos del jardín donde ella reflejaba su simple y triste vida.
Era una mujer de buena estatura, delicada, de huesos débiles, de tez limpia y sin una arruga. Finita, con porte y clase de ésa que se trae en la sangre y que no necesita pregonarse, debió adquirirlo de los Solís que eran los de rancio abolengo y que eran familiares muy allegados, incluso ella era Solís. Yo no obtuve de ella esa clase, al final de cuento solo me heredó lo del cuento. 
Mi abuela Tencha, Hortencia, como las flores, siempre hablaba con diminutivos, como si fuera parte de su graciosa y escondida personalidad, con ese afán que las mujeres de antes, tenían del pasar desapercibidas. Se movía enmedio de los visitantes como si no existiera, sonriendo tímidamente, casi sin levantar los ojos:
- ¿un cafecito?, te puedo preparar un atolito, ¿quieres un panecito? Pásame el trapito. Te tomas un tiempito para el Rosario., fue un viajecito a chihuahua, nada importante.
Pero cuando hablaba conmigo y me contaba sus historias. era una maestra del lenguaje, sus maneras graciosas salían a la luz, se reía y se le llenaban las mejillas de color y sus ojos de luz. Una mariposa con las alas extendidas, llena de colores.
Cuando se murió lo hizo como era ella siempre, callada , sumisa y desapercibida, asi cerró los ojos después de caer y quebrarse la cadera, duró muchos meses en cama sin moverse, apagándose un poco cada día. Su mano huesuda y blanca cerrada sobre mi pequeña y morena mano, sus ojos sin agua, creo que lloro tanto durante toda su vida, metida en los rincones esperando la soledad, para desahogarse. un día me dijo algo que no comprendí, ahora es que lo comprendo, me dijo mientras vertía el agua sobre las flores:
- hay que buscar los rincones mas oscuros para que en ellos guardes tus secretos, que nadie sepa de tus lágrimas, ni de tus tristezas, que nadie entiende que una casa no es un mundo, que los hijos no son tuyos al menos no en esta casa. Que las paredes me ahogan, pero tienen rincones donde puedo esconder mi llanto y mi tristeza. Cuando crezcas, busca un mundo para ti, más allá de una casa que no sea ésta...espero que esta casa no sea nunca tu mundo.
Luego con su mano metida en mi mano, le miré a los ojos, los suyos callados, secos y tristes,ya no tenía lágrimas, intentó sonreírme pero ni para eso tenía fuerza. Entonces yo le sonreí, puse mi otra mano sobre su mano y se quedó dormida.
Después, ya no recuerdo, debieron enterrarla allá por el de Dolores a las faldas del cerro grande